Entrevista a Luz Vanasco. Graduada de la Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Culturales de UMSA.
Al terminar el colegio secundario me encontré en la disyuntiva de tener que elegir una carrera científica o una artística, ya que ambas me atraían enormemente pero no lograba encontrar una opción unificadora. El hecho de tener que resignar alguna de ellas me generaba un gran vacío, hasta que por cuestiones del destino me enteré de esta profesión extraordinaria que no sólo concilia las dos disciplinas sino que también requiere destreza manual. Creo que es una carrera para curiosos que no se conforman con un solo rango del espectro. También me atrajo su aire poético o nostálgico de revertir o evitar el efecto del paso del tiempo.
En la mitad de mi carrera comencé a trabajar en restauración de pintura mural y a partir de ahí empezó a rondar en mi cabeza la idea de tener una experiencia en México, en especial por su gran tradición muralista y por ser un referente de restauración en Latinoamérica.
La experiencia nació por iniciativa propia, y la realicé una vez terminada la carrera. Hoy en día con las redes sociales es muy fácil enterarse de ofertas laborales y ponerse en contacto con gente del exterior, por lo cual conseguirlo es cuestión de decisión y perseverancia. Todo lo realicé de forma independiente pero he recurrido a la universidad y a sus profesores para cartas de recomendación, consultas y apoyo bibliográfico y me han brindado toda la ayuda desinteresadamente. Afortunadamente tuve la posibilidad de participar en dos proyectos en México. Una vez que finalizaron me fui a Chile a seguir especializándome en conservación de pintura, donde estoy actualmente. En resumen, hace un año y medio que estoy aprendiendo mucho de estas experiencias.
En México coordiné un proyecto de restauración de fragmentos de pintura mural sobre barro de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, lo cual fue un desafío enorme en todo sentido ya que además de haber sido mi debut como coordinadora, se trataba de un soporte inusual, sobre el cual no se ha investigado demasiado. Luego trabajé como restauradora de pintura de caballete colonial en el Museo de El Carmen de la Ciudad de México. Actualmente me sigo especializando en el Laboratorio de Pintura del Centro Nacional de Conservación y Restauración de Chile donde hasta el momento me ha tocado intervenir dos óleos sobre tela.
La experiencia ha sido enormemente enriquecedora desde todo punto de vista. Cada país posee distintos criterios, experiencias, tradiciones y materiales que a uno le amplían el panorama y le permiten ser más juicioso en el momento de tomar decisiones. Claro que se han presentado dificultades pero, por más difíciles que sean, el buscarles una solución y superarlas implica también un aprendizaje muy grande.
Les diría que nunca dejen pasar posibilidades como estas ya que es una experiencia con la que uno crece como profesional y como persona, y que además, abre infinitas puertas.